Vivir un GP de F1 a nivel cancha es literalmente punto y aparte. Quizá Canadá no tiene el glamur de Montecarlo, pero oír en vivo y a todo color rugir esos motores, es una experiencia inolvidable y miren que hemos estado en Indycar, la otrora Champ Car, A1 y otras categorías pero nada comparado con la Fórmula 1. Incluso el sábado después de la calificación, la carrera de los F1 históricos, si aquellos de Alan Jones, Gilles Villenueve y Pedro Rodríguez entre otros, tienen un sonido sin igual y que solo un auto de Fórmula 1 nos puede dar.
Montreal vive a todo vapor su fin de semana de la Fórmula 1, en las principales calles del centro de la ciudad, los aparadores de todas las tiendas contienen decoración asociada al Gran Premio; basta una bandera a cuadros y un juego de llantas cualquiera (hasta de Tsuru) para darle temática de carreras de autos, aunque los productos no tengan nada que ver con el deporte. Algo inusual a decir de los locales, es el despliegue de autos lujosos en las calles de Montreal: Ferraris, Lamborghinis, Porsches, Bentleys, Maserattis y BMWs circulan en “cantidades industriales” cual si fueran los taxis verdes de nuestra ciudad. Simplemente ¡increíble! En un solo hotel se podían ver estacionados 3 Ferraris y 3 Lamborghinis algo que ni en Beverly Hills había visto. Hordas de fanáticos especialmente de Ferrari recorren las calles enfundados en los colores de su equipo favorito. Las noches previas y posteriores a la carrera son una auténtica verbena popular y muy pocos se acuerdan que la Copa del Mundo de Futbol en Sudáfrica está en marcha, como 3 argentinos “despistados” viendo a su selección desayunando en el hotel o un auto por aquí y otro por allá blandiendo la bandera de su país en clara alusión al soccer. Por lo demás todos es deporte motor. No cabe duda que el gran circo de la Fórmula Uno es todo un espectáculo digno de vivirse.
he pasado muy buenos fines de semana en mis 19 años, pero este que he acabado de leer definitivamente, speechless
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