leadores como locales en contra la Universidad de Connecticut. Que lugar! Me senti como Rudy. Conocer el campus y ver el ritual antes del juego: los jugadores asistiendo a misa, la banda de musica tocar una espacie de concierto al aire libre junto con la Guardia Irlandesa desfilar solemnemente y luego todos marchar rumbo al estadio; simplemente indescriptible. Se me enchinó el cuero. La llegada al estadio con el tradicional tailgate party en los estacionamientos es perrona, se respira ambiente de futbol americano, ir recorriendo el estadio y ver las estatuas en homenaje a los grandes de esa escuela, Knute Rockne por ejemplo, y después entrar a ese legendario recinto para quienes gustamos del futbol americano es una sensación única que solo estando ahí puede entenderse. El juego resulto atractivo con un ambientazo en las gradas y prometia una victoria de los locales por el explosivo arranque en el primer cuarto aunque finalmente Notre Dame pierde en tiempo extra 36-33 y refleja la inconsistencia de este equipo a lo largo de la temporada; ahora solo se habla del probable despido de su entrenador Charlie Weiss y la misma estudiantada lo pide pues ya no quieren otra mala temporada como la que termina esta semana con Notre Dame fuera de los tazones colegiales; se parecen a un equipo felino que yo conozco y que anda en las misas ramas.En el segundo sitio histórico, me refiero a la NFL y nada más y nada menos que el legendario Lambeau Field en Green
Bay, Wisconsin. Es toda una tradición desde la llegada al estadio, el ambiente es de primera ya que en todos los estacionamientos, sin importar la distancia a la que se encuentren del estadio, hay los famosos “tailgate party”; reunirse a echar una carnita asada previo al encuentro y miren que visitamos recientemente el nuevo Cowboys Stadium y la verdad ¡nada que ver! En Texas es más el glamour que el ambiente deportivo, en Green Bay es camaradería, es tradición e historia. Acercarse poco a poco al estadio es irse metiendo en la leyenda de lo que significa la franquicia para esa pequeña población del norte de los Estados Unidos; pasar a un lado y digo a un lado literalmente (malla de por medio) de los campos de entrenamiento de los Empacadores (The Don Hutson Center, The Ray Nitschke Field) es estar envuelto en la más pura tradición de la NFL y a lo lejos ver recortada la figura del renovado estadio Lambeau Field para quienes somos fieles seguidores de ese equipo, es la culminación de un anhelado deseo. Obviamente mientras más cerca, se ven cada vez más y más aficionados haciendo sus respectivas “barbecues” desplegando los colores verde y amarillo de los Empacadores en toda la extensión del término incluso autos y camionetas pintados con los colores de Green Bay, una descartada ambulancia acondicionada con todo lo necesario y vamos hasta un perro enfundado en un jersey del equipo se anima a pasear. El estadio en sí es todo un ícono de la NFL, construido en 1957 con una capacidad original de 32,000 espectadores, hoy después de la renovación terminada en 2003 alberga a casi 73,000 personas. Desde la entrada al recinto, empieza la historia, dos enormes estatuas una del legendario entrenador Vince Lombardi y otra del fundador de los Empacadores Curly Lambeau resguardan la entrada principal. Buscamos rápidamente nuestra puerta de acceso a las gradas y ver el escenario totalmente lleno envuelto en los colores verde y amarillo es no dar crédito a lo que solo habíamos visto por televisión, nos dispusimos a disfrutar el encuentro entre San Francisco y Green Bay con victoria de los de casa.
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