Friday, March 11, 2011

Cultura Vial

Estar detrás del volante de un vehiculo nos transforma. Todos, absolutamente todos quienes manejamos un auto, camioneta, camión, moto, etc. nos transformamos en entes sin cordura, sin razón y sin otros atributos que pregonamos en nuestro diario peregrinar de la vida, en el trabajo, en la escuela o cualquier otro entorno social. Tal parece que el volante posee un mágico hechizo que penetra en lo más profundo de nuestro ser y convierte al vehiculo automotor, en una armadura impenetrable, defendible e invencible. No me creen, repasemos nuestra conciencia.

Si un auto adelante del nuestro, en los carriles aledaños osa accionar la palanquita que activa las luces direccionales, instintivamente nuestro cerebro manda una señal iracunda y reflejo a nuestro pie derecho para acelerar y de paso pone un letrero luminoso en nuestra mente que dice: "Este güey no pasa, no se mete en mi trayecto" y acto seguido aventamos la lámina por delante para evitar que el osado conductor quiera invadir nuestro espacio vital vial. ¿Porqué? ¿Qué pretendemos? Tal vez deseamos que ese conductor o conductora nos envíe una invitación lacrada donde solicita el pase a nuestro carril una posisción adelante y entonces sí, ceder el espacio. Esas lucecitas llamadas "luces direccionales" están precisamente ahí para eso; es el código universal para indicarle a los autos cercanos detrás o a lado nuestro que se intenta cambiar de posición. ¿Será acaso que pensamos que nos van a quitar vidas cual si se tratara de un video juego y el acto nos envía al inicio de nuestro trayecto?

De forma similar, cuando intentamos salir de un estacionamiento o carril que forzosamente hará una interrupción en el flujo vehicular. No existe la más mínima cortesía para dejarnos pasar o bien si nosotros encontramos semejante estorbo en nuestro camino, nuevamente los impulsos cerebrales nos indican otra vez. "Este güey no se mete", aunque tenga la lucecita parpadeando, anunciando que quiere entrar. Ya lo dice el dicho... "Lo cortés no quita lo valiente".

Del otro lado de la moneda, existen los conductores que simplemente no saben para que son las palanquitas esas, generalmente la del lado derecho del volante. No importa si va a dar vuelta a la derecha, a la izquierda, cambiar de carril, etc es como si su acompañante les dijera: "¡da vuelta aquí! y es ¡aquí, cabrón! Ni un centimetro antes, ni un centimetro después, es ¡aquí! Señoras y señores, no es así la cosa, hay que anunciar que pretende hacer uno con el auto, camión o moto y si su lucecita no funciona, saquen las manitas, que para eso también sirven y es universalmente aceptado y no me digan que no tienen manos, porque si no entonces como chingados van manejando.

Entradas y Salidas.

No sé porqué insistimos en entrar por las salidas y salir por las entradas y todo por no rodear unos cuantos metros. Utilizamos la regla que dice que el camino más corto entre 2 puntos es la linea recta y no importa el caos que se ocasiona, si por ahí me ahorro 15.32 metros. ¡Otra vez! No vamos a pie, llevamos un auto que nos mueve sin esfuerzo; entonces porque la insistencia de no respetar los señalamientos. Puede ser que sea una manera de demostrarle al mundo que nuestra armadura con caucho las puede todas; ¡ah! pero en cuanto nos bajamos del auto, si a un parroquiano se le ocurre entrar por una salida mientras nosotros (ya convertidos en peatones) casi nos hace tortilla, le vamos a gritar hasta de lo que se va a morir, aunque minutos antes, hayamos realizado la misma faena: entrar por la salida.

Y que me dicen de los lugares reservados para discapacitados. ¡Uy! Eso si que es deporte nacional. "Solo 5 minutitos", "no me tardo", "voy y vengo"... ¡MENTIROSOS! Todo por la hueva de no caminar unos cuantos pasos más. La verdad como lo mencioné al principio, todo lo que predicamos en otros ambientes, tras el volante lo olvidamos por completo. O acaso me van a negar que en la oficina les decimos a los demás: "... no hombre, usa las escaleras, es solo un piso y te ayuda un poco de ejercicio" ¿A poco no somos así? Pero tratandose de 57 pasos de estacionamiento a la puerta del establecimiento al que vamos, entonces es un muuuuuundo de distancia.

Estacionarse en lugar prohibido.... ¡ah, que delicia! Es quizás la demostración del machismo o de matriarcado mas exhuberante que puede existir. Es hacer uso del poder vial envuelto en un capa de lamina, cables y caucho. Es decirle al mundo... "ya llegué". A ver niégenmelo. Aquí si el más chimuelo masca tuercas. Ya no digamos que a un pinchurriento hidrante de bomberos se le ocurra aparecer en la escena, porque si fueramos perros, hasta lo hubieramos orinado. No hay raya roja, amarilla o morada en el cordón de la banqueta que nos intimide y nos haga desistir de usar un lugar prohibido para estacionar el "patas de hule", tampoco los letreros con una E mayúscula encerrada en un círculo colorado con una estocada que la atraviesa cual toro de lidia.

Situaciones y ejemplos de la INCULTURA VIAL, hay muchísismos y así trancurre diariamente la vida vial en este México nuestro y solo aquí, porque cuando vamos al otro lado, no terminan de cruzar las llantas la linea divisoria de la frontera, cuando ya estamos al volante sentados derechitos, peinados y recogiendo cuanta basura tengamos regada en el interior. Si hay chamacos de por medio, una regañadita de sientense bien, derechitos y no hablen, no respiren y mucho menos se les ocurra sacarse un moco. En el otro lado somos los más decentes y cumplidos usuarios viales que hay sobre el planeta y la pregunta es simplemente: ¿Porqué allá sí y aquí no?

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